Principios para la vida y el buen gobierno

jueves, 16 de abril de 2009

PRINCIPIOS básicos...



Principios para la vida y el buen gobierno

http://www.slideshare.net/jegonzal/principios-para-la-vida-y-el-buen-gobierno


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Nuestro Creador es invisible e intangible, pero como un Padre y Madre Celestial Amoroso se hace presente y nos guía por medio de nuestro corazón y CONCIENCIA. Nuestra paz interior requiere de una vida honesta, transparente y buena ante la presencia de Dios y los antepasados en el Mundo Espiritual que todo lo observan. La conciencia es nuestra guía a la verdad, orienta a nuestro corazón al amor verdadero y los valores transcendentes y es el punto de referencia y la máxima autoridad que rige nuestra vida.

Cada persona es una realidad singular, inabarcable, incognoscible, irrepetible, insustituible, impredecible, inconmensurable, única, libre y con una dignidad irrenunciable; por eso las personas no son un medio, son un fin en si mismas. Cada persona tiene originalmente un valor divino, eterno, único y cósmico:

  1. Un valor divino. Tenemos la dignidad intrínseca e inalienable de ser hijos e hijas de Dios.
  2. Un valor eterno. Somos seres eternos que viviremos para siempre en el mundo espiritual con Dios.
  3. Un valor único. No hubo, no hay y no habrá nunca alguien igual a cada uno de nosotros. Somos únicos, irrepetibles e irremplazables.
  4. Un valor cósmico. Somos la manifestación visible del creador invisible, imagen y semejanza de Dios. Somos un microcosmos del macrocosmos.

Cada persona, por tanto es portadora de todos estos valores transcendentes y esto constituye el fundamento de la dignidad y de los Derechos Humanos Universales.

Como personas y familias tenemos derechos y obligaciones inalienables, ineludibles e irrenunciables dados por Dios para:

  1. Gobernar todo basados en la ley natural y en nuestra conciencia viviendo en forma transparente.
  2. Hacer realidad el ideal de la verdadera familia mediante la ética sexual absoluta y los matrimonios interculturales.
  3. Amar y preservar la naturaleza.

La familia es soberana. El amor original y eterno diseñado y bendecido por Dios entre marido y esposa es un don sagrado y absoluto. La familia es titu­lar de derechos propios fundamentales e innatos, derechos que surgen de un fondo propio y autónomo de poder (no le son concedidos por el Estado, ni por ninguna otra autoridad), de hecho, la familia soberana es anterior al Estado o cualquier otra institución y constituye el fundamento de toda autoridad. Esta potestad soberana es la única capaz de generar la primera de todas las demás instituciones jurídicas y sociales: la familia fundada en el matrimonio, que es la sociedad primordial y patrimonio común de la humanidad.

El derecho divino a gobernar está investido en la soberana autoridad de las personas y sus familias. Las personas y sus familias no deben delegar o asignar a sus representantes y gobiernos ningún poder que exceda aquello a lo que ellas mismas tienen el derecho legal de hacer o no hacer.

El amor y la vida, la libertad de conciencia y la responsabilidad, así como la propiedad entre muchos otros derechos y deberes inalienables, no existen porque alguien los haya descubierto o reconocido, o porque se hayan decretado leyes sobre ellos. Al contrario, es el hecho de que el amor y la vida, la libertad de conciencia y la responsabilidad, así como la propiedad ya existían de antemano lo que causó en las personas la necesidad de hacer leyes para su protección.

La existencia de una Constitución escrita que exprese la voluntad soberana de las personas y sus familias en términos de los principios de justicia y de la ley natural constituye la protección más eficaz contra el abuso del poder, la destrucción de la libertad y las flaquezas humanas de los que gobiernen.

La igualdad entre las personas sólo se da en tres aspectos:

  1. Somos iguales en dignidad y valor ante los ojos de Dios,
  2. Ante la ley,
  3. Y en la protección de nuestros derechos.

El verdadero papel de cualquier gobierno es el de garantizar y proteger la IGUALDAD DE DERECHOS, no el de pretender IGUALAR nuestras ganancias, propiedades o el proveernos igualitariamente a todos con las mismas cosas.

Siempre que se preserven los derechos de propiedad, se podrán asegurar la vida y la libertad.

El nivel más alto de prosperidad y de felicidad humanas se podrá alcanzar únicamente cuando exista una economía que favorezca el mercado libre y la reducción al mínimo de los reglamentos gubernamentales.

Los gobiernos son electos para servir al bien común y su poder o autoridad delegada a ellos debe ser limitada y definida con claridad, pues la verdadera soberanía pertenece a las personas y sus familias. Todo gobierno debe ser transparente y tiene la obligación de rendir cuentas a quienes sirven.

Tres principios básicos para la moralidad y la gobernabilidad:

  1. Honestidad absoluta,
  2. Pureza sexual absoluta,
  3. Servicio absoluto.

Tres Leyes Inmutables:

  1. Mantener la pureza y la fidelidad sexual absoluta
  2. No herir el corazón de los demás
  3. No mal usar el dinero o las cosas públicas

Si violas estas leyes o principios siempre pagarás por ello. La justicia es ciega y nadie está por encima de la ley universal.

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(*) LA LEY NATURAL: ESA LEY INSCRITA EN EL CORAZON Y EN LA CONCIENCIA

El profeta Ezequiel predijo: "Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu dentro de vosotros y haré que andéis según mis leyes, que guardéis mis decretos y que los pongáis por obra." (Ezequiel 36:26-27)

Jeremías predijo: "Porque éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehovah: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya nadie enseñará a su prójimo, ni nadie a su hermano, diciendo: 'Conoce a Jehovah.' Pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehovah. Porque yo perdonaré su iniquidad y no me acordaré más de su pecado." (Jeremías 31:33-34)

Hebreos 8: 10-12 - ..."Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya nadie enseñará a su prójimo, ni nadie enseñará a su hermano ni le dirá: '¡Conoce al Señor!', porque todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande. Perdonaré sus maldades, y nunca más me acordaré de sus pecados." (Jeremías 31:33-34)

El Salmo 37, 30-31 dice que esa ley ya estaba puesta en el corazón de los honrados: "La boca del honrado susurra sabiduría, su lengua habla con rectitud; la ley de su Dios está en su corazón, sus pasos nunca vacilan".

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Para conquistar el corazón, el Judaísmo invierte en una educación seria y que dura toda la vida.

La Torá habla de un corazón endurecido o incircunciso. La causa está dentro de nosotros.

Nuestros genes no transmiten los logros morales.

Para Jeremías y para Ezequiel, el final de los días estará marcado únicamente por la transformación del corazón humano. Seguir las leyes de Dios será algo natural. Así Jeremías muestra la promesa de Dios: "Pondré mi ley en sus entrañas, y en su corazón la escribiré. (Jeremías 31:32). Del mismo modo lo hace Ezequiel: " Os daré también un nuevo corazón, y os infundiré un nuevo espíritu, y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne (Ezequiel 36:26)".

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“El egocentrismo individual así como también el egocentrismo colectivo serán completamente erradicados, y esto llevará a la realización de un mundo gobernado por nuestra conciencia y la razón natural sin ninguna necesidad de elegir líderes.” (SMM – 15-enero-2009)


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Autor y educador español (1952 - ) felizmente casado con Teresa Chávez, dos hijos varones. Datos biográficos en: http://jesus-gonzalez-losada.blogspot.com/ - Magíster en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra. - Director en Uruguay de la Fundación Educativa para la Paz - Autor de varios libros y ensayos publicados en distintos medios

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